Los drones, la herramienta indispensable en el cambio climático

La recopilación de los datos que nos ayuden a estudiar los motivos del cambio climático no suele ser una tarea barata ni rápida, especialmente cuando se trata de obtener información a vista de pájaro sobre una playa o un glaciar.

Por suerte, los drones pueden operar en zonas en las que los métodos aéreos convencionales, como aeronaves tripuladas o mediante imágenes de satélite, son poco adecuados.

Ya desde 1998, se utiliza lo que en ese tiempo se llamaba UAV para estudiar la capa de hielo del Ártico. Por aquel entonces se trataba de un sistema de última generación, muy adelantado a su tiempo. 

Sin embargo, con los años la tecnología ha evolucionado mucho, y los drones con los que contamos hoy son muchos más asequibles, transportables, útiles y con más capacidad que los de entonces. Además se ha reducido el precio y tamaño de los mismos y de sus accesorios como cámaras y sensores, y se ha potenciado la capacidad de sus sistemas de propulsión que, en la mayoría de los casos, se alimentan mediante baterías.

Utilizar un avión es mucho más caro y menos fiable que utilizar un dron, ya que el clima, entre otros factores, puede impedir una operativa de vuelo. Para operar con un dron se necesita solicitar un permiso a la Administración pero una vez lo tenemos podemos utilizar este dispositivo cada vez que lo necesitemos, siempre y cuando las condiciones climáticas lo permitan, y en el caso del avión, cada operativa tiene que planificarse con días de antelación.

Según los expertos, utilizando un drones se pueden obtener datos tratables en 4 horas mientras que en avión se tardarían en obtener los mismos datos 4 días. A esto se le une que un dron es más manejable que un avión tripulado y puede pilotar a una menor altitud. Respecto a las imágenes de satélite son muy útiles pero con un cielo cubierto de nubes pueden convertirse en inservibles y no tienen la resolución necesaria para trabajos como pueden ser el recuento de animales. Este último dato es clave en la investigación climática, sobre todo en los lugares donde la dinámica de la población está fuertemente relacionada con el cambio de factores como la temperatura del agua, fuentes de comida o la pérdida de hielo en el mar.

Según estudios de los investigadores el uso de los drones ha resultado de especial interés en este campo ya que además de tomar más fácilmente tanto imágenes como vídeo, el software de los aviones no tripulados utiliza datos GPS para georeferenciar cada fotograma capturado. Después estos datos se utilizan para crear mapas ortomosaicos, más precisos y útiles que unir a mano las imágenes tomadas desde una cámara convencional. A esto se le suma que los drones cuentan con cámaras térmicas que detectan el calor, haciendo más visibles a los animales incluso si están protegidos por árboles o arbustos.

Los drones han adquirido un papel indispensable para recopilar datos y contribuyen a que los modelos para luchar contra el cambio climático sean más precisos que con los métodos tradicionales ya que en el caso de los aviones se mueven demasiado rápido para conseguir el nivel de detalle que necesitan los investigadores.

Según expertos, los UAS son la vanguardia de la mejora de los modelos climáticos, ayudando a los científicos a entender mejor las transferencias de energía entre la superficie y la atmósfera ya que les ayudan a obtener una representación más precisa, tanto a corto como largo plazo, de la evolución del clima.

De cara a un futuro muy próximo, los drones van a ser una de las herramientas más importantes de la investigación y serán un complemento indispensable junto con otras tecnologías avanzadas para sí crear tanto mapas “a vista de pájaro” como a “vista de pez”.

En definitiva, los drones han venido para quedarse, y no sólo en este sector, pero es importante que los pilotos de dron estén bien formados. Desde Aerofor ofrecemos todo tipo de cursos de pilotos de dron como son: